La racionalidad, los protocolos sociales y la honorabilidad de un científico respetado se contraponen con las pulsiones ocultas, la violencia y los elementos indomables de toda psique humana, que emergen tras la ingesta de un poderoso brebaje. Esta dualidad en pugna se desarrolla en las oscuras y brumosas calles del Londres de hace dos siglos, bajo cuyas sombras se intensifica el misterio que brota de esta truculenta historia. Lo cotidiano se confunde con lo inexplicable, lo secreto y lo sobrenatural.
¿Quién es el siniestro y condenable Edward Hyde y qué lo une al honorable doctor Jekyll? Esta obra invita a la reflexión a través del elemento de la transformación física y de la exploración acerca de la mítica figura del monstruo.
Luis Scafati despliega su maestría en el manejo de la tinta y el collage para dar cuerpo a lo amoral y a las pasiones más turbulentas en este relato imborrable sobre la condición humana.
Este libro llevaba en mi lista de deseos desde 2016, en un tour en Escocia nos hablaron de él, y desde entonces pasó a formar parte de mi (casi) interminable repertorio de títulos "por leer". Hace poco, escuchando una entrevista a un criminólogo (Vicente Garrido) volvió a salir a la luz este título, así que no dudé en proponerlo en el club de lectura en el que participo.
En cuanto a las ediciones, me decanté por la de la editorial Zorro Rojo porque las ilustraciones de Luis Scafati me encantaron.
El libro es muy cortito, esta edición cuenta con sesenta y cuatro páginas, y hay que tener en cuenta las ilustraciones que ocupan entre una página o media. Se lee en nada. Fue publicado en 1886.
Toda la historia está contada desde la perspectiva del señor Utterson, un abogado. Y desde el principio nos mete de lleno en la trama ¿quién es el señor Hyde? de aspecto tan terrible y sin el menor escrúpulo a hacer el mal.
Utterson sospecha que tiene que proteger al distinguido doctor Jekyll: un alma bondadosa, de firmes principios y convicciones, querido por toda la comunidad. Lo que menos se esperaba el abogado era que Jekyll y Hyde estaban más que unidos.
A través de un extraño método de pócimas, el doctor Hyde consiguió desligar en dos, unas partes que antes vivían en su mismo ser: la más oscura y transgresora; y la más respetuosa.
El plan era fantástico. Por un lado podía respetar su intachable reputación como doctor caritativo y fiel seguidor de las normas legales y sociales. Y por otro, su parte pecaminosa, que durante años vivió encorsetada, rompiendo las ataduras y dejando libre la maldad que habitaba en su conciencia. Así, si alguien pillaba al señor Hyde, no podían unirlo al doctor Jekyll, puesto que tenían distinto aspecto y, según el plan, eran distintas personas. El problema es que la oscuridad acabó por consumirlo. Y el señor Hyde no era muy cuidadoso a la hora de esconder sus maldades. Dicho esto, quizás os venga a la mente 'Dorian Gray', por esa lección de la doble moral.
No sé por qué tenía la idea preconcebida de que iba a ser un relato más sangriento, pero la verdad es que para lo corto que es no tendría sentido llenarlo de crímenes, lo importante es entender al propio personaje y cómo lleva a cabo esa disociación y por qué lo hace.
La verdad es que me ha encantado, tanto la historia como el estilo del autor, así que seguiré leyendo sus relatos y libros. Me enganchó desde la primera página, y eso que lo empecé a la una de la mañana. Sin llegar a las cien páginas, consigue condensar tantos temas que da para un par de tertulias literarias.
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En mi cuenta de Instagram personal, colgué en 2016, esta foto. Se trata de una taberna sita en Edimburgo que se llama 'Deacon Brodie's Tavern'. Os decía al comienzo de la reseña que descubrí este libro gracias a un tour en Edimburgo, pues bien fue justo en este punto donde nos hablaron de esta novela.
Os dejo un extracto de un artículo que me ha encantado de la web El octavo historiador:
"Ahora bien, la inspiración de Stevenson para crear a este personaje de doble moral parece proceder de una figura histórica propia del ideario popular y la historia de Edimburgo: William Brodie (1741-1788). Burgués nativo de la capital escocesa, procedía de una respetable familia de abogados y hombres de negocios que, gracias a su trabajo y a sus influencias, se ganó el prestigioso título de Presidente de la Corporación de artesanos de la ciudad – Deacon of the Incorporation of Wrights -, formando parte asimismo del consejo de la misma.
Poco hacía sospechar por lo tanto que este cerrajero y fabricante de armarios, que día a día se relacionaba con algunas de las personas más ilustres de la ciudad, tuviese una doble vida, dedicándose a robar por las noches a sus propios clientes. La confianza depositada en su persona, así como el acceso a las llaves de numerosas viviendas, permitió a Brodie abrirse las puertas a todo tipo de botines, iniciando su senda criminal en 1768 con el robo de un banco, de que sustrajo un total de 800 libras, una cantidad nada desdeñable para la época."
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