Cathlan, un reino que siempre ha gozado de paz y prosperidad, se ve azotado por una catástrofe que cambiará la vida de sus gentes, sin importar su condición social. En consecuencia, nobles y plebeyos se verán condenados a una serie de sucesos que conducirán al país hacia el declive, la masacre y la sumisión. Sin embargo, existe alguien que puede cambiar el rumbo de tan fatal destino. Solo es necesario que reúna la fuerza de voluntad suficiente para atreverse a luchar contra el terror.
Una dinastía centenaria, una guerra constante por el poder y un futuro por el que sacrificarse. Esta es la historia de la que siempre has oído hablar pero que nunca te han contado.
Heredera es la primera parte de la bilogía Legado de reyes.
Reseña:
Es la primera novela que leo de Gema Bonnín, aunque ya la conocía por Arena Roja -que lo tengo pendiente- y La dama y el dragón.
Tenía muchas ganas de "estrenarme" con esta autora porque me la han recomendado muchas, muchas veces. Además, la sinopsis de Legado de reyes me atrajo en cuanto tuve la oportunidad de leerla ¡así que no dudé en leerla!
Adelanto la conclusión y os digo que, en general, sí me ha gustado pero que me esperaba algo más, quizás comencé las novela con grandes expectativas por todas esas alabanzas y comentarios que he oído y leído sobre el estilo de la autora.
Os pongo en situación: la novela se divide en partes, de las cuales no hablaré porque sería anticipar demasiado la historia pero sí que hablaré de la primera. En ella veremos cómo era el reino de Cathlan guiado por la dinastía Dagafiel, familia que siempre había dirigido al pueblo desde que se conoce. En esta primera parte conoceremos los últimos días de los Dagafiel quienes fueron víctimas de un ardid vil.
Así que el pobre reino de Cathlan empieza a padecer los peores momentos de toda su historia: donde los ricos se hacen aún más ricos y los pobres más pobres. Toda esperanza se perdió con el último bastión de la casa Dagafiel pero ¿y si alguien hubiera sobrevivido?
El pueblo clama una soberanía justa y más de uno echa de menos a los Dagafiel, por lo que un grupo de revolucionarios intentará levantarse contra el rey impuesto, pero para eso habrá que sortear muchos obstáculos y afrontar difíciles decisiones.
Las reglas del juego van cambiando a lo largo de la novela con interesantes giros y la evolución de los personajes, es como una especie de partida de ajedrez a gran escala, aunque el jaque mate se hace de rogar, tened en cuenta que se trata de una biología.
Como protagonista tenemos a Carlais, una muchacha huérfana que acabó siendo acogida por una gran familia. Ella, como otros muchos niños, perdieron a sus padres tras un fatídico terremoto. Su cómoda y tranquila vida se ve truncada tras leer una carta que permaneció oculta durante años.
¿Qué me ha faltado para que esta novela sea redonda? A pesar de que es una novela juvenil, creo que en una historia de estas características son necesarias descripciones, no me vale solo el mapa del principio -que ayuda mucho a situarte- pero el autor debe entrar al mínimo detalle, y conseguir equilibrar los diálogos con la descripción, para no perder ese toque y frescura juvenil, pero no se puede prescindir de ellos.
Es todo muy vano y ligero: las costumbres, la forma de hablar, el entorno... a pesar de ser un mundo totalmente imaginario la autora podría inspirarse en épocas reales, para describir con más incidencia los modales -por poner un ejemplo-, las leyes del lugar -con más rigor-, creo que podría haber aprovechado más la novela.
El último pero la protagonista, Carlais, no acabé de cogerle en punto. En las más de cuatrocientas páginas que tiene el libro no he conseguido empatizar con ella y eso en una protagonista... para mí es un fallo importante. ¿Qué -o mejor quién- salva esto? Reif, un personaje secundario que a veces toma el protagonismo de Carlais -menos mal- aunque creo que no era la intención de la autora, pero aún así lo agradezco.
¿Conclusión? Un libro entretenido que podía haber dado mucho más de sí: apostando más por la protagonista y por el mundo que ha creado Gema Bonnín. Una verdadera pena porque la novela apuntaba maneras para convertirse en uno de mis favoritos.
Destaco la cuidada maquetación de Escarlata Ediciones, un verdadero placer para los ojos. Y qué decir de la portada... impresionante.
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