Tomás enmarca muchas historias angustiosas, de infancias abandonadas que luchan por subsistir, por abrirse paso y florecer en un mundo adulto.
Tomás pone de frente una realidad pesarosa que se ve a través de los ojos de ELLA. Sus recuerdos, sus miedos, sus culpas, que siguen en constante movimiento, van desdibujando el presente.
La vida misma pesa. Las responsabilidades de hallarse, ahora adulta, sobrepasan su ánimo. ¿Quién es ELLA? ¿A quién le importa? Solamente es una persona, una más... Un ser anodino por el cual el mundo no dejará de girar.
Y ¿TOMÁS? Es un recuerdo —¿o un presente?— que duele, una y otra vez, con la misma intensidad.