jueves, 14 de marzo de 2019

DESCRIBIENDO HISTORIAS: BAJO TU HECHIZO







Autora: Sofía Arias

Título: Bajo tu hechizo

Género: Fantasía y romance

Saga: No; al menos, no de momento. 

Resumen:



Naora solo deseaba cruzar los escarpados pasos montañosos que la conducirían hasta su destino. Perderse en los neblinosos bosques del norte no debería haber supuesto sino un ligero retraso...

Al menos, eso había pensado ella: un ligero retraso; un leve cambio de planes, quizá. Pero, desde luego, nada que ver con la irrupción de un jefe bárbaro tozudo y presumido que no podía resultar más insoportable.

Aunque, para ser sinceros, la impresión que Naora había causado en el jefe Vadyn no era mucho mejor: una mujer estirada, fría como el hielo y desdeñosa. Muy, muy desdeñosa. ¿Se creía mejor que él solo porque hablaba con la barbilla erguida y sabía un par de trucos de magia?

¿Qué tiene que ocurrir para que dos personas tan distintas acaben por darse cuenta de lo ciegos que habían estado? ¿Un poco de nieve alrededor de un castillo de piedra negra? ¿Magia que estalla en brillantes colores? ¿Un beso un poco demasiado largo, un poco demasiado intenso? 

¿El destino, que a veces parece no tener otra cosa que hacer que ponerse a gastar bromas de mal gusto?



Personajes:



Naora es nuestra heroína. Una hechicera llegada de muy lejanas tierras, casi como las princesas de los cuentos. Solo que Naora tiene algún que otro defecto muy poco principesco; entre ellos, no soporta a la gente presuntuosa con medio cerebro. Y eso que la humildad no es su punto fuerte. Como buena hechicera, Naora es muy misteriosa. Guarda con celo un secreto que no desea revelar, especialmente a alguien como Vadyn. Y luego, cuando las cosas entre ellos empiecen a cambiar... pues lo deseará todavía menos, por supuesto.

En el lado opuesto, Vadyn de Kaard. El jefe de los bárbaros es cuanto se ve a primera vista: no tiene dobleces, ni secretos, ni parcelas misteriosas en su interior. Es demasiado de todo: demasiado guapo, demasiado presumido, y demasiado burro. Hasta que Naora se presenta en su vida y se da cuenta de una verdad terrible: ser demasiado no significa ser lo bastante bueno para ella. 



Personajes secundarios: 



El general Ulter, sufrido segundo al mando de Vadyn. ¡Él sí que es todo un hombre! Tiene una buena planta, desde luego. Y justo la paciencia de la que el jefe carece, y los buenos principios. Por desgracia para él, sus buenos principios son demasiado tentadores como para que el egoísta de Vadyn no eche mano de él cuando más falta le haga... Aunque el resultado sea toda una catástrofe para el general.

Keinn y Kaone: poderosos magos, compañeros de fatigas de Naora. Escuderos y amigos. Para Vadyn resulta imposible distinguir uno de otro. Quizá le habría venido bien saber que Kaone y Naora pueden comunicarse por telepatía, pero, pensándolo bien, con las cosas que han estado hablando sobre el jefe, mejor que no se haya enterado.

Thalore: la preciosa Thalore es la hija del más poderoso rival de Vadyn. Tiene las cosas muy claras, y muchas ganas de pasarlo bien.



Fragmento:



Una repentina ráfaga de viento empujó la melena rosada de la bruja hacia él, y aspiró con fuerza su desconcertante aroma a tierra. El olor le trajo recuerdos del ritual mágico de curación, y del frágil cuerpo de Naora mientras se contoneaba lamido por la luz cobriza del fuego.
Vadyn le rodeó la cintura con una mano y la atrajo hacia sí. Sin oponer resistencia alguna, Naora se dejó caer contra su cuerpo de titán. Cerró los ojos, y le ofreció su boca jadeante.
Anonadado, la contempló durante medio segundo. Se dijo que era un inútil. ¿Cómo explicar si no que, hasta entonces, hubiera sido incapaz de apreciar su belleza? Con los labios, acarició con suavidad cada pulgada de su rostro. La fría piel de los párpados, la nariz, los altos pómulos. Naora se estremeció, y Vadyn rozó sus labios de terciopelo con la punta de la lengua. Recorrió su contorno con delectación, y los saboreó despacio. Muy despacio.
Vadyn resopló, sobrecogido por la pasión que Naora despertaba en él, y la besó como si quisiera devorarla. Sus manos resbalaron un poco más, desde la cintura hasta el trasero, y lo presionó con fuerza para apretar a la mujer contra él. Quería que notase la pujante fuerza de su deseo. Naora le enterró los dedos en la melena y un gemido ronco escapó de su garganta.
Ah, sí, la había notado, porque, de repente, se había puesto tensa.
Con un esfuerzo sobrehumano, se separó de ella, lo justo para seguir respirando su cálido aliento. Le pellizcó la barbilla y se recreó en el velo que nublaba los ojos hipnóticos de Naora. Encajó la mandíbula, y se obligó a recobrar el control de la situación. Si continuaba besándola, pronto necesitaría más de ella.
Mucho más.
Y no estaba seguro de tener derecho a reclamárselo.


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