Estos últimos días he estado revisando las novedades de 2017 y las que vendrán en 2018, haciendo una lista de los libros que quiero y aún no tengo, separándolos en digital y papel. Suelo comprar en papel los libros juveniles e históricos, mientras que el resto opto por versión ebook.
Me he dado cuenta que tres de las novelas que en un principio quería, cuando las editoriales lo anunciaron en sus redes sociales, ahora no me llaman nada la atención, y es que solo cosechan buenas opiniones, la mayoría de cinco estrellas. Los lectores interactúan con sus autores y con el grupo editorial, alabando sin cesar la magnificencia de la obra.
Con estas cosas se me enciende la bombilla, es genial que un libro te guste tantísimo que quieras gritarlo a los cuatro vientos -yo misma lo hago-, ahora bien que todas las opiniones que veo en la red sigan los mismos parámetros, no me hace ni pizca de gracia.
Soy de ese tipo de personas que entra a Goodreads y Amazon a leer opiniones de los libros que quiero comprar, sobre todo los que voy a adquirir en papel, ¿sabéis qué es lo primero que hago? leer las negativas. Y así veo dónde flojea el libro, si la mayoría coincide en que el libro está mal escrito no lo leo, ahora si es por problemas de trama o cualquier otra cosa, le doy una oportunidad.
Pero no encontrar ninguna reseña negativa de un libro me lleva a pensar mal, no del autor ni de la editorial, sino más bien del criterio del lector ¿de verdad no hay NADA que resaltar negativo? Hasta los autores más consagrados tienen sus detractores.
Llamadme malpensada pero creo que alguno de esos lectores no ha sido del todo sincero, así que por el momento esos tres libros que en un principio me interesaban los he borrado de la lista.
Por otro lado, mi mente retorcida y yo hemos estado haciendo una pequeña investigación «en las sombras», sé que voy con efecto retardado porque estoy convencida de que más de uno va a estar de acuerdo conmigo. Entre los autores hay «chupipandis»: colectivo de autores que aúnan sus fuerzas y se ayudan mutuamente, con promoción, compartiendo lectores y por qué no ayudando a que X amigo entre en la editorial donde trabajamos.
No hay nada negativo en esto, ni mucho menos, quizás en un principio la editorial te hubiera rechazado de mano sin apenas leer tu manuscrito pero con ese plus de ayuda has podido acceder a esa empresa que querías. Magnífico.
Pero es un poco vergonzoso que el peloteo -a ese autor que ha conseguido entrar por méritos propios en ese grupo editorial- sea tan notable en las redes sociales. Incomoda bastante, así que he decidido silenciar a unos cuantos autores, así somos todos felices en el maravilloso mundo de las redes sociales.
Sería genial que las editoriales fueran apostando cada vez más por autores de habla hispana, gente que no los conozcan ni en sus casas (con perdón), que apuesten por ellos simplemente porque sus novelas son buenas y creen que merecen la pena ser publicados. Es más fácil sacar a la palestra a un blogger/youtuber, al amiguísimo de un autor conocido, autor consagrado o al fenómeno Wattpad; pero a veces hay que arriesgar en la vida.
Con esto no quiero decir que este colectivo (Wattpad, bloggers, etc) no escriban bien. Hay de todo, una cosa no quita a la otra. Pero sería interesante descubrir nuevos autores, dejando de lado los seguidores.
Aquí mi reflexión del día. ¡Hasta otra!.
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