Por ser una Encrucijada de Silencios, no seré yo como autora quien se comprometa a desenredar su trama, entre las cuerdas de un apasionado violín, el postrer juramento a una adolescente o el deber de unos labios lacrados... a lo largo de brillantes y geniales partituras.(Un ejemplar de esta obra se encuentra depositado en el Museo de Chopin en Varsovia a instancias del Embajador de España en Polonia. Comunicación de la autora, 24-01-2011)
María Isabel Sotoca, nacida en el bello marco de Aranjuez, sintió desde muy niña la llamada del arte. Cursó desde su más tierna infancia los estudios de Solfeo y Piano en el Conservatorio de Madrid, donde obtuvo las máximas calificaciones en los exámenes libres. Terminó la carrera superior de Piano con el inolvidable maestro don Francisco Fuster, en dicho Conservatorio, a los 18 años, fecha en la que comienza sus estudios de “Bel Canto” con el insigne maestro operístico don Miguel Barrosa.
Como “Soprano ligera” lleva en su repertorio las más bellas óperas de los grandes maestros.
Se atreve a emprender el difícil camino de las letras, escribiendo su primera novela a los veintidós años. El 14 de febrero de 2000 ve la luz su primera novela, “Evangelina”, presentada en el Ayuntamiento de Torrevieja, cuya edición se agotó antes de la Feria del Libro de ese mismo año.
Comencé esta novela con altas espectativas, todo hay que decirlo, pero me defraudó bastante.
No me ha enganchado casi nada y a medida que avanzaba cada vez me costaba más. El comienzo es extremadamente lento, muy descriptivo y casi sin diálogos, por lo que esto influye en demasía para no incentivar a seguir leyendo.
Soy aficionada a la música, y la clásica la verdad es que me atrae, por eso me animé a leer esta novela porque quería enterarme de alguna curiosidad sobre este tipo de música. Sí que ha conseguido transmitir su pasión por la música, eso hay que reconocerlo, pero a mí no me ha calado del todo.
No todo es negativo, hay que decir que la autora escribe realmente bien su forma es muy correcta, pero creo que es demasiado correcta, ha faltado esa simpatía con sus personajes o esa frescura para poder leer esta novela con ganas.
Y, hay que admitir, sin lugar a dudas, que la autora está muy bien informada (o a mí me dio la sensación) y documentada, es de agradecer.
Quizás me he confundido yo con esta historia, al tener una idea totalmente equivocada de ella, e igual a otro que le guste la música y relatos con poca acción y lentas le entusiasme; así que no os dejéis llevar por esta reseña.
Respecto al amor, lo hay, pero en pequeñas dosis, no la consideraría ni sentimental ni romántica.
No os desvelaré más por respeto a la autora, en su sinopsis no quiso dejar entrever qué se esperará el lector, así que yo tampoco lo voy a hacer, simplemente os transmite mi sensación al terminar con esta novela. Quizás aquí esté el error, porque con una sinopsis/resumen, se podría encuadrar mejor la novela y al público que la recibirá con elogios y entusiasmo.
Valoración: Regular.
Agradecimientos a la Editorial Éride.
Pues vaya....yo es que si un libro es lento, como que soy incapaz de leerlo, pero bueno, no voy a decir que no lo voy a leer, porque nunca se sabe.
ResponderEliminarUna critica muy respetuosa Marta.
Un besazo
El domingo 13 de octubre de 2011, asistí al popular Oratorio de “El Niño del Remedio”, en Madrid, para oír la Santa Misa. Llegué diez minutos antes de la hora señalada y al ir a tomar asiento me sorprendió escuchar cómo los inconfundibles sonidos de un órgano sustituían al cotidiano CD, con el dúo de “La Creación” de Haydn. La Misa empezó y llegados al Ofertorio la inesperada introducción del “Ave María” de Schubert, recorrió el angosto recinto para dar paso a una voz de soprano, bellísima, que nos cautivó a los allí presentes, inmersos, en un significativo silencio. Y al ir a iniciarse la Comunión, la volvimos a oír en el “Panis Angélicus” de Cesar Franck; con el “Canticorum Iubilo” de Haendel, a solo de órgano, para finalizar.
ResponderEliminarEmocionada por tan bellas interpretaciones, subí al coro a felicitar a la organista y cantante. Así tuve la oportunidad de conocer a doña María Isabel Sotoca Albares.
Mantuve con ella una breve pero agradable entrevista, en la que fui invitada a su domicilio, para darme un concierto de canto y piano, sorprendida, a la vez, de que también fuera escritora. Al despedirme, con mi palabra de no faltar, me dirigí a “La Casa del Libro” donde compré un ejemplar de su novela “Encrucijada de Silencios”. Ocho días más tarde acudí a la cita, ilusionada, y dispuesta a conseguir su valioso autógrafo. Ya llevaba leídos los dos primeros capítulos del mismo, integrada de pleno en su enigmática trama. El mini-concierto, literario, resultó inolvidable para mí, aunque no tenga conocimientos musicales, pero sí una gran afición por la música clásica y la literatura.
Próximos a la Navidad volví a conectar con la autora para comprarle cuatro libros, con sus respectivas dedicatorias a familiares míos, como regalo de Reyes.
Al no poder contar con tiempo libre aún sigo leyendo “Encrucijada de Silencios”, durante las estaciones de metro, camino de mi ida y venida al trabajo. Cosa que me agrada, para poder recrearme mejor con cada uno de los personajes y con sus sorprendentes vivencias musicales, románticas e imprevisibles. A la autora me gusta trasmitirle, de tarde en tarde, la felicidad que me causa la lectura de su libro, hasta lamentar, el no ser factible entrevistarme con el Padre Damián, con el gran Esteban Barbariola o con un Rafael, “endemoniadamente atractivo”. Y cómo engancharán dichos personajes que, sin ir más lejos, un familiar, me comentó que había intentado por Google averiguar algo más sobre el famoso violinista, sin resultado, como era de esperar. Y por la escritora sé que, otra lectora, se puso en contacto con ella, para preguntarle adónde podía ir a comprar alguna de las partituras de Esteban Barbariola.
En fin, hecho mi comentario, voy a aprovechar unos minutos más, para seguir leyendo “Encrucijada de Silencios”, por haber tenido que cortar su lectura esta mañana, para salir a toda marcha del tren, a punto de pasarme de estación.
Marisa
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ResponderEliminarNo sé cómo se permite el insulto...
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EliminarTodavía no he tenido el placer de leer la novela de María Isabel Sotoca, pero he de decir que tengo ganas de hacerlo, puesto que la autora ya se ha ganado mi simpatía. Y es que, ya se sabe que la persona que levanta ampollas entre la mediocridad, seguro que tiene muchas cosas interesantes que decir.
ResponderEliminarEste es un lugar para hacer críticas literarias y no para opinar sobre otras personas, por lo tanto, pido disculpas por la intromisión, pero es que no he podido evitarlo...
Tanta prepotencia al hablar de prepotencia, la falta de humildad al hablar de humildad, el mal gusto patente, pero sobre todo, ese inaudito alarde de acritud que se lee entre lineas, me hacen pensar que lamentablemente, este tipo de sitios, a veces son frecuentados por algunos personajes sin nombre ni educación que deberían opinar menos sobre los autores y aprender más de los libros que leen.
María Isabel, yo, desde luego, pienso leer tu libro y dejaré aquí mi opinión.
Óscar Fernández.
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ResponderEliminarPor favor, hablad de la novela y criticarla si queréis (siempre desde el respeto). Pero el próximo comentario que vaya en contra de la autora lo eliminaré, no la conozco y creo que no es el lugar para hablar de ella como persona, como autora lo que queráis.
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ResponderEliminarSe han desactivado los comentarios anónimos, gracias a las personas que han comentado en esta entrada, así que felicidades.
ResponderEliminarHe borrado los comentarios que faltaban al respeto, bastante triste, y una pena que escojáis este blog como campo de batalla.
Un saludo.