Alexandra Boyd, una joven estadounidense, viaja a Sofía con la esperanza de que una nueva vida en el extranjero apacigüe el dolor que siente por la pérdida de su hermano. Poco después de llegar a esta hermosa ciudad del este de Europa, Alexandra ayuda a una pareja de ancianos a subir a un taxi y se queda accidentalmente con una de sus bolsas. Dentro, hay una caja de madera con un nombre: Stoyan Lazarov. Se trata de una urna con cenizas humanas.
Alexandra emprenderá un viaje por Bulgaria a fin de localizar a la familia de Stoyan Lazarov, sin sospechar que para ello tendrá que desvelar los secretos de un músico de gran talento cuya vida se vio truncada por la represión política, y enfrentarse a peligros inesperados.
La nueva novela de Elizabeth Kostova indaga en los horrores de todo un siglo recorriendo la cultura y los paisajes de ese misterioso país que es Bulgaria. Llena de suspense y bellamente escrita, “Tierra de sombras” explora el poder de la narración, la fascinación del pasado, la esperanza y la búsqueda del sentido a la vida que pueden hallarse tras la pérdida de un ser querido.
Reseña:
Conocía a Elizabeth Kostova gracias a «La historiadora», un libro que disfruté hace algunos años y del que guardo un gran recuerdo. Si mi memoria no falla, creo que en «La historiadora» la autora ahondaba un poco más en las descripciones, a veces llegando a resultar algo tedioso, cosa que ha superado en esta nueva novela -algo que es de agradecer-. Quizás solo sea cosa mía, puede que el contexto de esta última historia me llame más la atención, dado que no conozco -conocía más bien- nada de la historia de Bulgaria.
Este libro fue un suspiro de aire fresco, lo cogí en el mejor momento, estaba atravesando una crisis lectora y no encontraba nada que me enganchara. Decidí cortar por lo sano y empezar una novela que no tuviera nada que ver con los géneros que suelo consumir. ¡Gran acierto!
Nuestra protagonista, Alexandra Boyd, llega desde América a Bulgaria. No tiene ni idea de búlgaro y la mayoría no hablan inglés así que hay un problema de comunicación desde el principio. Tampoco es que el idioma sea una traba para viajar, pero si nada más aterrizar intercambias los equipajes por accidente con una pareja de ancianos y encuentras unas cenizas dentro de la maleta es algo difícil de explicar en una comisaría.
El taxista al menos tiene la amabilidad de explicarle cómo se dice cenizas en búlgaro -prah-, el pobre hombre no puede ayudarla más porque tiene problemas con la justicia.
A partir de aquí, la autora va intercalando capítulos: su llegada a Bulgaria y su doloroso pasado, recuerdo que está de duelo por la muerte de su hermano.
Elizabeth decide devolver la urna a sus dueños, aunque no será nada fácil, sin la inestimable ayuda de Bobby -el taxista- no sabría ni por dónde empezar. Tan solo cuentan con un nombre: Stoyan Lazarov. A partir de este momento haremos un pequeño viaje en el tiempo, la historia del presente de Alexandra se alternará con el pasado de Stoyan.
Este es el punto de partida de una novela que nos sumergirá en la Europa comunista, mostrando con precisión el gran trabajo de documentación que ha llevado a cabo la autora.
Si tuviera que escoger una parte sería sin duda el pasado de Stoyan, una historia triste y emotiva, acompañada de música y de sueños.
Un libro que hay que leer sí o sí, he leído en algunos portales que no es una novela ligera, discrepo en este punto, la autora consigue enganchar de lleno al lector. Si bien es cierto que en determinados momentos describe al detalle algunos momentos, sobre todo en las partes de Stoyan, es necesario para comprender de lleno todo lo que nos quiere mostrar, para nada me ha resultado tedioso ni aburrido, algo que sí me pasó con algunos capítulos de «La historiadora».
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